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4 de marzo de 2022

Pistas motoras sobre conductas disruptivas insólitas e incomprensibles. El caso Putin en Ucrania




Desde hace siete ya días asistimos, alucinados y angustiados, a la invasión/ocupación de un país libre en Europa, Ucrania, por el ejército del país vecino, Rusia.

Hoy voy a opinar sobre lo descabellado de la iniciativa, exponer algunas ideas de neuróloga, que es lo que toca en este blog. Voy a elucubrar. O, más bien, voy a relacionar observaciones actuales con conocimientos históricos y neurológicos previos que, quizá, no conoce el público general.

Todo es muy complejo y tiene muchas capas, incluso dilucidar lo que pasa, según donde se viva, está también modulado por esta guerra informativa (astrosurfing). Cualquier opinión es limitada y arriesgada (no hay una única interpretación de nada), cualquier idea es solo parcial, y hay información directamente falsa alentando a la opinión pública del país invasor. Hay miles de analistas políticos, sociólogos, psicólogos, educadores, historiadores, etc.,poniendo los puntos sobre las íes, aportando datos e interpretaciones, como las que hablan del producto delirante de una mente enferma.

Lo único que parece cierto en este contexto es que la conducta disruptiva de Vladimir Putin y su entorno de influencia, su gobierno, su ejército, es la causante de esta catástrofe, aunque su pueblo ruso esté dividido. Desde luego que lleva operando de forma agresiva muchos años, y que ha creado conflictos bélicos amenazantes de forma repetitiva en la última década, pero en las semanas previas a la invasión la diplomacia internacional, los gobiernos, las organizaciones europeas y americanas, la ONU, etc., aún midiendo y temiendo las amenazas lanzadas, no daban crédito a este posible desenlace, y mucho menos a que fuera a lanzar una invasión tan potente, que fuera a arrasar a la población civil de importantes extensiones del territorio ucraniano, con el objetivo, parece claro, de su ocupación y anexión. Y lo realiza con el respaldo de una manipulación mediática a su población, justificándolo como una "operación especial de autodefensa frente a un gobierno de neonazis y genocidas". 

Se dice de él, y esto es importante, que siempre ha sido un hábil estratega geopolítico, cauto y capaz de evitar riesgos, lo que le ha permitido mantenerse más de dos décadas en el poder. A la vista de la resistencia de la población ucraniana, y de la respuesta internacional, muchos se preguntan cómo ha tenido este fallo de cálculo, por qué ha actuado impulsivamente, y cómo no lo vio venir. Cómo se ha lanzado a cometer en Europa y en pleno siglo XXI, lo que ya se denominan "crímenes de lesa humanidad", con ataques directos a barrios residenciales, y muerte de población civil, niños incluidos. Ahora que ha conseguido ponerse en contra a toda la comunidad internacional, han dejado a la banca rusa fuera de combate, y se cancelan la mayor parte de sus relaciones comerciales, parece que tomó la peor de las decisionesTodo el mundo intenta entender las decisiones estratégicas desde un punto de vista lógico, sobre la base de sus conductas previas, y se pregunta cómo, a pesar de su trayectoria, es posible que esté pasando esto. Distintos analistas que lo trataron directamente, y sus biógrafos sugieren un cambio en su conducta. El clamor generalizado es ¿es que Putin se ha vuelto loco? (definamos “loco”)  




A veces, tanto los trastornos de la estructura de la personalidad, como las enfermedades cerebrales se pueden esconder detrás de las decisiones equivocadas, y en esos casos el abordaje desde la lógica no tiene sentido.

Llevamos mucho tiempo hablando de la personalidad de Putin. Es el producto de su historia y de su tiempo, nacido en una URSS que a final de los 80 desaparece, y su idea megalomaníaca de "recuperar la Gran Rusia" e intervenir territorios independientes, una y otra vez, parece que tenga ese origen; por otro lado, formado en la KGB, con sus connotaciones, también se habla de una personalidad narcisista y con fuertes rasgos psicopáticos. Hay documentales que muestran el efecto de su manipulación de su entorno, y las desapariciones y muertes de personas próximas, indican hasta qué punto ha sido capaz de controlarlo, y de evitar oposición a sus decisiones e iniciativas, creando un entorno tóxico y atemorizado.  Todo ello  lleva  a tomar las decisiones por su exclusiva voluntad, con un equipo a su imagen, que debe acatar las mismas sin ningún cuestionamiento. Esta descripción y evolución se parece mucho y, y ya se ha comparado a la figura protagonista de otra gran catástrofe, una de las mayores de la historia,  Hitler y su papel en la Segunda Guerra Mundial.

En sentido estricto, aún cuando los trastornos de la personalidad son disruptivos socialmente, no podemos hablar de ellos como una "enfermedad" evolutiva en el tiempo. La psicopatía tampoco es una enfermedad: es una estructura mental con la que se nace, con una constelación de características específicas que también puede generar problemas en su relación con el mundo, pero tampoco es una "enfermedad" susceptible de tratamiento.

Moviéndonos finalmente al terreno de las enfermedades cerebrales, los cuadros neurodegenerativos sí son cuadros evolutivos que muestran deterioro progresivo en la toma de decisiones a lo largo del tiempo, y en las que van apareciendo cada vez más conductas que desafían los principios de la lógica.

Hace ya varios años que diferentes medios activaron las alarmas analizando la forma de caminar de Putin, y preguntándose si era posible que tuviera la enfermedad de Parkinson. Lo cierto es que en la ceremonia de su cuarto nombramiento como presidente de Rusia, en 2018, durante la larga caminata grabada sobre la alfombra roja da mucho tiempo a los neurólogos para su exploración y levantar la sospecha clínica. Pero incluso años antes algunos neurólogos ya habían analizado minuciosamente los aspectos motores de Putin, y habían propuesto en una revista médica prestigiosa, el BMJ, la hipótesis alternativa de la "marcha del pistolero", como resultado de su entrenamiento militar en la KGB, para justificar la asimetría de su braceo al caminar, habida cuenta de que en sus otras numerosas vídeograbaciones no éramos capaces de detectar otros estigmas de la enfermedad neurodegenerativa. Por otro lado, otro tipo de procesos y enfermedades, como un ictus o una lesión en el plexo braquial también podrían causar asimetrías en el braceo. Periódicamente han seguido apareciendo alarmas sobre su salud, insistiendo en el Parkinson, o en un supuesto cáncer, sin que haya habido ninguna información oficial. 

Aunque inicialmente es cierto que no había otros signos clínicos (temblor, empeoramiento de la marcha, bradicinesia, hipomimia facial), en las imágenes actuales rara vez se le ve caminar, aparece siempre sentado y sujetando su mano derecha con la izquierda, no se enfoca su escritura, el rostro tiene una expresión más fija, y hay analistas que también piensan que ha cambiado su expresión verbal, más prolija y vacía, antes mucho más lacónica. Los jefes de estado que han ido conversando telefónicamente con él solo informan de que “lo peor está por llegar”, “es la guerra de Putin y solo la puede parar él”, y otras expresiones alarmantes en el mismo sentido. Ni siquiera parecen las conclusiones de una conversación “interactiva”. Y hay otros jefes de estado que le conocían previamente, y que no reconocen al Putin de antes y piensan que se está deteriorando.

Lo cierto es que, salvo para la comunidad de neurólogos, y quizá más específicamente para los expertos en trastornos del movimiento, el significado y la repercusión de tener o no esta enfermedad yo creo que han pasado desapercibidos, pues para el público en general dicha enfermedad parece quedar restringida a un problema motor, y especialmente un problema con temblor. Bracear simétrica o asimétricamente no parece tener implicaciones a la hora de tomar decisiones importantes, decisiones sobre millones de personas.

Pues bien, nada más lejos de la realidad, pues dentro del deterioro conductual que pueden asociar en su evolución, junto con rasgos previos de la personalidad, que a veces también se asocian, y los cambios emocionales que pueden formar parte de la constelación de síntomas, también se puede afectar la capacidad para tomar decisiones.

Un ejemplo clave para entender lo que quiero decir es el bien estudiado caso de la enfermedad de Parkinson de Hitler. Sobre su personalidad de base, otro ejemplo de trastorno narcisista y antisocial de la personalidad, con rasgos sociopáticos, años después de estar en el poder comienza a presentar síntomas motores de la enfermedad. Hace años asistí, en un simposio de trastornos del movimiento, a la magnífica presentación del análisis del deterioro paralelo entre la progresión de la enfermedad motora, visible en la abundante videografía, y el deterioro mental que conllevó el hundimiento de su capacidad de gobierno, y secundariamente la potencial influencia de sus erróneas decisiones en su derrota en la guerra

Aunque estas observaciones, sobre la posibilidad de que el descarrilamiento de Putin pueda deberse a un trastorno cognitivo neurodegenerativo progresivo, la enfermedad de Párkinson, añadido a estructura previa de trastorno de la personalidad,  no pueden ir más allá de ser una hipótesis (a la vista de la evolución en todos los frentes), puede que la ausencia del braceo derecho no se trate simplemente de la marcha del pistolero. Es más: aunque la ausencia del braceo derecho no se deba a una enfermedad de Párkinson, el deterioro en la toma de decisiones no deja de ser una pista para investigar la posibilidad de una demencia  

Si integráramos lo que vamos aprendiendo de la historia previa, debería tomarse más en serio y evaluarse formalmente el estado mental de los gobernantes y otros cargos  con alta responsabilidad, cuando se advierten cambios significativos, sean debidos a un proceso o a otro, o a la suma de ambos, pues las consecuencias pueden ser terroríficas. No en vano, y por las mismas razones, se evalúa periódicamente la capacidad para conducir vehículos en la evolución de las enfermedades neurodegenerativas, así como el estado mental de las personas que utilizan armas en sus puestos de trabajo. Lo que estamos viendo es, cuanto menos, una razón para cambiar la forma en que se supervisa la salud mental, y no sólo la física,  de las personas en puestos estratégicos de poder.   





6 comentarios:

  1. Interesante artículo, Marta.
    Gracias por compartir tu análisis/reflexión!
    Saludos

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    Respuestas
    1. Gracias a ti, Francisco, por leerlo!
      Saludos

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  2. Excelente, gracias por la información.

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  3. Muy interesante e ilustrativo. Ya puedo decir que aprendí algo hoy. Un abrazo, Marta. JLH

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  4. Muy interesante. Y tratarlo con Novichok sería adecuado?

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